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Ciclotímica

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<font size=3>U_U'</font> Siempre se me hace tarde y no tengo que cenar, no me gusta cocinar para mi sola, y cada noche se me pasan las horas sin haber ido a comprar, pero ayer se me terminó la leche y no me veía pasando otra madrugada más sin café, así que he bajado a comprar, con el tiempo justo, porque a las once cierran el badulaque de la esquina. Para complicarme más las cosas cuando he ido a echar mano del monedero no tenía dinero, así que, por ahorrar minutos, me he subido a la moto y he bajado al cajero de debajo de mi casa. La calle desierta, lloviendo, y, como siempre en mi barrio, el cajero ocupado…

He aparcado la moto enfrente de las puertas de cristal, una mujer se ha levantado del suelo desde dentro y se ha acercado a la puerta, me ha llamado dando golpes, yo, aun con el casco puesto y los auriculares con la radio a todo volumen debajo, me he acercado al cristal y he apagado mi música.

- Niña, oye, ¿hay un señor con un cuchillo detrás de los contenedores ahí al lado?- me ha dicho señalando hacia mi derecha, donde hay una especie de salida de almacén con una entrada que se mete hacia dentro como un pequeño callejón tapado dónde solo hay una enorme puerta parecida a la entrada de un parking y tres contenedores de basura.

Yo he negado con la cabeza, pero ella continuaba haciendo gestos con la mano mientras reculaba delante de la puerta y miraba nerviosa detrás de mi.

- Dime si aun está ahí, no puedo llamar a la policía, pero hay un señor con un cuchillo detrás de esos contenedores – No sé lo que cualquier persona normal habría hecho en ese momento, pero yo he caminado hacia los contenedores, y he mirado detrás.
- No, ahí no hay nadie – me volví a acercar a la puerta para hablar con ella - ¿se encuentra bien? ¿Quiere que llame yo a la policía?
- ¿Seguro que no hay nadie? Vuelve a mirar, estaba ahí, con un cuchillo…

A la tercera vez que he mirado la mujer me ha abierto la puerta, y ha venido detrás de mí para asegurarse realmente de que no había nadie. No, no había nadie detrás de los contenedores, por no haber no había nadie en toda la calle. Yo, de todos modos, tenía que sacar dinero, así que he vuelto con ella dentro del cajero y la mujer ha cerrado la puerta con el cerrojo tras de mi…

Llevaba un pantalón de chándal azul, zapatillas de deporte sin cordones, una camiseta debajo de un jersey roído por las mangas y el cuello, una chaqueta con capucha de tela, el pelo rapado y la cabeza llena de cicatrices, delgadísima, con unos ojos marrones enormes que me miraban de arriba abajo, caminaba medio agachada y hablaba, hablaba mucho, como quien tiene mil cosas que contar guardadas, porque hacía tiempo que nadie le escuchaba. Mientras sacaba dinero me ha contado como hace unas semanas intentó ayudar a una mujer a la que unos marroquíes habían robado el bolso y éstos le dieron una paliza, como le habían fracturado la clavícula y abierto la cabeza y como la habían echado del hospital esas misma noche, también me contó como le habían negado mantas y comida cuando fue a Caritas, porque no tenía papeles de la asistenta social, y como a un inmigrante que venía tras de ella, que le había dicho que también era la primera vez que iba allí y que no tenía ningún papel, le hicieron entrar y le dejaron ducharse y le dieron desayuno. Me contó como tiene prioridad los inmigrantes antes que los catalanes, y como el ser toxicómana le cierra las puertas de los albergues y las iglesias. Mientras me contaba todo eso recogía del suelo sus periódicos, el mechero, un frasco de plástico, montones de papel de plata, una cucharilla, un paquete de tabaco vacío…

- No tendrás un cigarro ¿verdad?
- No, he dejado de fumar hace dos meses, pero ahora bajaba a comprar leche y algo para cenar, si quieres te traigo tabaco.
- Mejor tráeme un zumo, de naranja, va bien para los huesos, ¿sabes?, tabaco no, si quieres comprar algo tráeme zumo.
- Bueno, voy a la tienda antes de que cierren, espérame que vuelvo en diez minutos.

Espérame, le digo… ¿Dónde me creía que se iba a ir? Subí a la moto y me fui a la tienda de la esquina donde siempre bajo a última hora cuando vengo de trabajar, los chicos de allí me conocen, y hay uno muy simpático que siempre se interesa por como estoy, me sonríe, y que hoy, cuando me ha dado el cambio, me ha puesto un paquetito en la mano, envuelto en papel de regalo verde, me ha pedido que lo abriera en casa, y a mi ya me ha hecho salir de la tienda con una sonrisa, no se como consigo que siempre me pasen cosas extrañas... He agarrado mi bolsa, además de zumo compré pan, embutido, y unas cuantas manzanas, no sabía que más podía llevarle, he subido a casa y he cogido una manta térmica que creía recordar guardaba desde hacía meses y que milagrosamente he encontrado a la primera, y he vuelto al cajero. Allí estaba, le he dado las bolsas, me ha dado las gracias, y me he sentido mal, por no poder hacer nada, porque tal vez le haya ayudado una noche, o puede que la comida se le alargue a dos, pero ¿y el resto de días?, ¿y los meses? ¿y años? He pensado en subir otra vez a casa, tengo mil piezas de ropa que no me pongo, chaquetas y abrigos que siguen en mi armario temporada tras temporada, pantalones, zapatos, jerseys, hay tanto prescindible en mi casa… La mujer me ha dado las gracias, hemos hablado otro rato y me he ido, recordando cuando yo no tenía televisión, ni luz ni agua caliente, ni ordenador, ni play station ni móvil multimedia, y bajábamos a la calle a por maderas con las que encender la chimenea y calentarnos una lata de beans de a veinte peniques el paquete, recordando todas las risas y la alegría cada vez que encontrábamos un sofá en un contenedor y nos llamábamos para bajar todos a por él y subirlo a casa, recordando cuando no tenía moto y caminaba veinte minutos y hacía diez paradas de metro y un trasbordo para ir a trabajar, he pensado en los absurdo de mis problemas, en mis es-que-no-me-quiere y en la de meses que hace que no hago servicios de cruz roja - porque no tengo tiempo - que me digo a mi misma. No sé, supongo que mañana se me olvidará, y volveré a cerrar los ojos a la realidad que me envuelve, a llorar por dormir sola en vez de alegrarme por tener una cama.

Mañana me levantaré temprano y bajaré al super para hacer las compras antes de entrar a trabajar…

17 comentarios

MamiZ -

Jo, ayer... con lo de la novedad no había leído todo! QUé bien escribes joía. I miss ya!

Paridaman -

Me has hecho llorar de la emoción (especialmente inquietante tu párrafo final)... eres un ángel Annie, y seguro, seguro, que pocos habrían reaccionado así ante la situación que viviste.

P.D: Ligonaaaaaa!! (Lo digo por el chico de la tienda, xD, que por cierto, nu nos ha dicho que te ha regalado :O) :******

Angelus -

...ni yo, ni todos juntos, y hay cosas que no se arreglan. Lo que sí podemos hacer es ser mejores, servir al prójimo, ser condescendientes, enseñar lo que sabemos... eso es buenísmo. Saludos

Angelus -

Me explicaron una vez, que me puse muy mal por no poder regalar más comida: no soy Dios, y tu tampoco. Está lleno de gente en la calle, y no lo vas a solucionar tu.

MamiZ -

Así que haces una web super chula y me entero por cotillear! No ha derecho!

El Manaba -

Es triste la realidad, el no poder hacer mucho o nada por los q estan en la calle, muy tierno tu post, me gusto.

aerol -

VAYA CAMBIO!!! Al leer lo que te ha ocurrido he pensado en toda esa gente que mendiga por las calles y la verdad que estas cosas me ponen muy triste. Ojalá la vida no fuese así de cruel. Estoy recluída en mis exámenes por eso no tengo tiempo para escribir. besos linda!!!

Ame -

Eingle, gracias por venir, sabes que me encanta verte por aqui...
Pab, Archville, tal vez de no tener esas maravillosas tiendas que nos solucionan las cenas nos acostumbrariamos a hacer la compra "normal" y tener la nevera llena xD

Archville -

Me recuerda a la gran cantidad de noches que termino en el 24 horas comprando la cena. Por la noche suceden los capítulos más extraños de esa relación entre las personas... y la gente.

pab -

Me pregunto qué pasaria si un dia cerraran los badulaques nocturnos de esos de "comprar la cena de hoy". Creo que muchos moririamos de inanicion a los pocos dias.

Eingel -

Y yo me pongo en la piel del dependiente del badulaque... cuántos días llevará hecho el paquete y guardado en el fondo de la caja, mirar todos los dias a ver si esta noche vas o no vas... esa pequeña angustia de esperar otro dia mas...

Eingel -

No, no sé por qué haces que te pasen cosas raras, quizás es porque ves el mundo de otro modo... un modo más humano. Un pequeño paquete inesperado y sin ningun motivo es mejor regalo que cualquier cosa que recibes el dia de tu cumpleaños.

wala -

Muy bueno, realmente bueno. Creo que no todo el mundo habria reaccionado como tú, no se si yo lo habría hecho. Algunos ni hubieran pensado en ello. Como diría la canción son aquellas pequeñas cosas....

Juank -

Lo primero que he hecho al llegar a la oficina es contarle a David tu aventura de anoche... nos hemos reído a carcajadas, estas cosas sólo te pasan a ti. De todas formas Ame, ya te lo dije anoche, hoy probablemente esa señora no se acuerde de ti. Tú cumpliste con tu misión del día de ayer, ya puedes dejarlo así...

Ame -

No, no era droga xD (aunque yo tambien lo he pensado, eh?) pero vamos, que siempre hacen ilusión los regalos que no esperas sean lo que sean ^_^ además que me lo ha dado con mucho cariño!!! :))

4Lky -

Nuestros problemas, por nimios que sean, siempre parecen echarnos el mundo encima. Es triste que tengamos que ver la desgracia en los demás para darnos cuenta de la suerte que tenemos, pero así somos ...procuremos recordar esto, tu y yo, y todos :/ Te quiero manita linda :*

Gork@ Limotxo -

¿Y qué había en el paquete del tendero, droga?